ALCONCHEL DE LA ESTRELLA: ......

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Se fundió la maldad que había acumulado en el transcurso de muchos años y las lágrimas rodaban rodaban por sus mejillas; y si entonces hubiese entrado alguien en la habitación no se habría avergonzado de sus lágrimas, aquellas lágrimas que destruían todo el odio acumulado. Comprendió entonces que el falso ídolo no lo había consumido todo, que todavía le quedaba algo de amor, y aun de espíritu de sacrificio, y que la vida era lo bastante bella para seguir disfrutándola...

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¿Para qué?...Él mismo no hubiese podido responder a esa pregunta, y en aquel momento le era indiferente el saberlo; ni siquiera le importaba dónde apoyar su fatigada cabeza. Recordó su vida pasada, los tormentos sufridos, pero sabía también que sus sufrimientos ya nada significaban, y comprendió que debía cargar con la parte que le correspondía, y que sólo así su alma hallaría la paz, la paz que tanto ansiaba..

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-Es horrible, pero no debo seguir viviendo en mi anárquica soledad; forzosamente debo integrarme a la vida universal; he de saber sufrir y sentir alegrías, odiar o amar, y no por amor a mi propio YO, que lo engulle todo y no me ofrece ninguna compensación, sino por amor a la verdad, que es un bien común a todos los seres humanos.
" ¡Sí, sí! -gritó Alexei Petrovich jubiloso-. Esto es lo que dice un librito, y todo cuanto lea en él siempre será verdad, con tal de matar nuestro propio YO, hay que desprenderse de él, arrojarlo como un pingajo...
- ¿Y qué beneficio sacarás tú con todo esto, imbécil? -le susurró aquella voz.
- ¡Calla! ¿Qué beneficio obtiene aquel que se destroza a sí mismo?...
Respuestas ya existentes para el anterior mensaje:
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-Alexei Petrovich se levantó de un salto, desperezándose y estirándose. Su justificación le entusiasmaba. Nunca había conocido un placer tan intenso, ni cuando la vida le ofreció el éxito, ni cuando amó a una mujer. El entusiasmo germinaba en su corazón, surgía de él se desparramaba como una cálida ola por todos sus miembros, reavivando a aquel ser desdichado y frío... Miles de campanas tañian, solemnemente, como un hosanna. El sol ardía, inundando de llamas el universo entero, y rodaba bajo ... (ver texto completo)