...
- ¡Madre mía! -Pensaba Paquillo-, cuando comprendió que aquel turbión le iba a tener en el pajar Dios sabe el tiempo si se quedaba allí hasta que "escampiase"; se acordó de la cara de Enanito Gruñón que solía poner su mujer, la Heriberta, cuando le cogía el mosqueo... ¡Pronto la iba a poder convencer él de que todo el tiempo que había durado la tormenta la había pasado en el pajar... ¡Anda que no la conocía bien! Seguro que tres semanas por lo menos, le iban a durar los morros... con el agravante que, cuando la Heriberta anda de morros, en la casa no se moja ni en las gachas... ¡Pues no es nadie la Heri- pensaba...
(Mañana la segunda tormenta)
- ¡Madre mía! -Pensaba Paquillo-, cuando comprendió que aquel turbión le iba a tener en el pajar Dios sabe el tiempo si se quedaba allí hasta que "escampiase"; se acordó de la cara de Enanito Gruñón que solía poner su mujer, la Heriberta, cuando le cogía el mosqueo... ¡Pronto la iba a poder convencer él de que todo el tiempo que había durado la tormenta la había pasado en el pajar... ¡Anda que no la conocía bien! Seguro que tres semanas por lo menos, le iban a durar los morros... con el agravante que, cuando la Heriberta anda de morros, en la casa no se moja ni en las gachas... ¡Pues no es nadie la Heri- pensaba...
(Mañana la segunda tormenta)