A LA VIRGEN DE LA SOLEDAD.
De rodillas y con amor
te venimos a cantar,
porque tú eres la más bella,
Virgen de la Soledad.
Divina tú, Soledad,
que lloras con tu dolor
porque a tu hijo condenan
sin motivo ni razón.
No llores más, Soledad,
tu pena nos embarga,
que a tu hijo Jesucristo
a la cruz lo condenaban.
Soledad en tu rostro, Madre,
tu rostro dulce y divino,
cara de pena, María,
al ver a tu hijo condenado
y coronado de espinas.
Soledad, con tu dolor,
con tu angustia y tu pena
al ver a tu hijo muerto,
enclavado en la cruz
después de grandes tormentos.
Tengo una Madre en el Cielo
que se llama Soledad,
no hay otra en el mundo
que se la pueda igualar.
Madre de la Soledad,
con tu soledad divina,
llévame contigo al cielo
para estar junto a tu vera
cuando falte de esta vida.
De rodillas y con amor
te venimos a cantar,
porque tú eres la más bella,
Virgen de la Soledad.
Divina tú, Soledad,
que lloras con tu dolor
porque a tu hijo condenan
sin motivo ni razón.
No llores más, Soledad,
tu pena nos embarga,
que a tu hijo Jesucristo
a la cruz lo condenaban.
Soledad en tu rostro, Madre,
tu rostro dulce y divino,
cara de pena, María,
al ver a tu hijo condenado
y coronado de espinas.
Soledad, con tu dolor,
con tu angustia y tu pena
al ver a tu hijo muerto,
enclavado en la cruz
después de grandes tormentos.
Tengo una Madre en el Cielo
que se llama Soledad,
no hay otra en el mundo
que se la pueda igualar.
Madre de la Soledad,
con tu soledad divina,
llévame contigo al cielo
para estar junto a tu vera
cuando falte de esta vida.