VIII
Y unas calzas que de rotas
ya no pueden atacarse,
y unas viejas medias botas
que rabian por abajarse:
tan sin suelas, que las guijas
me tienen quitado el cuero;
y en la cabeza un sombrero
que un tiempo fue de vedijas.
Y unas calzas que de rotas
ya no pueden atacarse,
y unas viejas medias botas
que rabian por abajarse:
tan sin suelas, que las guijas
me tienen quitado el cuero;
y en la cabeza un sombrero
que un tiempo fue de vedijas.