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ALCONCHEL DE LA ESTRELLA: ......

También tendré que explicarles a mis nietos que, cuando yo era pequeña, a los chicos de entonces, cuando aún no caminábamos, nos metían en "el carro" para dejar a nuestras madres que pudiesen hacer las tareas de la casa. El carro era de madera, y no todas las familias disponían de uno, así que iba pasando de un chico a otro, y de una vecinilla a otra; a falta de carro, lo normal era sentar a los chicos encima de una manta vieja extendida en el suelo. Entonces no existían esos artilugios y cacharreles que existen ahora, y que a las abuelas "de pueblo" nos hacen ir de cabeza...

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El carro al que me refería ayer era de madera y dentro de él había una destinada a que el chico se sentase en ella cuando estuviese cansado de estar de pie; en la parte delantera tenía una especie de cajoncillo sin tapa donde se colocaba el sonajero o algo parecido. También había una especie de campana, de mimbre, aunque creo que, en el pueblo, de poco éxito.
A algunos chicos, en aquellos años, y dependiendo de lo supersticiosas que eran las madres o las abuelas, se les colgaba una castaña metida en una bolsita, que según decían, actuaba contra el mal de ojo...

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En aquellos años de mi primera infancia, en el pueblo, los chicos se alimentaban básicamente, y hasta más o menos, la edad de dos años, de la teta de su madre y de "miguillas" de harina de trigo.
Aunque en el año 1944 la firma Nestlé ya había dado a conocer el Pelargón, y en ciudades como Madrid o Barcelona ya se utilizaba para alimentar a los pequeños, a Alconchel, que yo recuerde, se conoció cuando yo tenía unos ocho o diez años.