Mosaico romano de Noheda (Cuenc)
Hace apenas dos o tres años, el mundo de la investigación arqueológica (y de la historia, en general), se vio conmovido por la noticia de que junto a la pequeña aldea de Noheda, en el inicio de la Alcarria conquense, se había descubierto un hermoso mosaico romano, de atribución temporal aún incierta y, por supuesto, sin que pudieran establecerse sus exactas dimensiones ni la naturaleza del ámbito en que estuviera inscrito. En realidad, la noticia, presentada de manera tan espectacular, no se correspondía con exactitud a la realidad: el mosaico se conocía desde mediados los años 80 del siglo pasado y de él se habían difundido escuetos comentarios hasta que, en efecto, en época reciente, el suceso ha saltado a la luz pública coincidiendo con la decisión oficial de emprender excavaciones científicas y metódicas.
Hace apenas dos o tres años, el mundo de la investigación arqueológica (y de la historia, en general), se vio conmovido por la noticia de que junto a la pequeña aldea de Noheda, en el inicio de la Alcarria conquense, se había descubierto un hermoso mosaico romano, de atribución temporal aún incierta y, por supuesto, sin que pudieran establecerse sus exactas dimensiones ni la naturaleza del ámbito en que estuviera inscrito. En realidad, la noticia, presentada de manera tan espectacular, no se correspondía con exactitud a la realidad: el mosaico se conocía desde mediados los años 80 del siglo pasado y de él se habían difundido escuetos comentarios hasta que, en efecto, en época reciente, el suceso ha saltado a la luz pública coincidiendo con la decisión oficial de emprender excavaciones científicas y metódicas.