Waky la ballena vivía en una pequeña laguna salada. Era la única ballena del lugar y llevaba una vida muy cómoda, así que se había vuelto un poco caprichosa. Pero un año llegó un verano de calores tan fuertes, que el agua subió su temperatura y Waky, acostumbrada a una vida tan plácida, sentía que no podría aguantar tanto calor. Un pececillo que había pasado algún tiempo en una pecera de unos niños, le contó que los humanos utilizaban abanicos para refrescarse en verano, y la ballena ya no pudo pensar en otra cosa que en construirse un abanico.