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ALCONCHEL DE LA ESTRELLA: cuñada, que tragedia!, grita, y ¡Encima el memo de...

cuñada, que tragedia!, grita, y ¡Encima el memo de mi marido, tu hermano, dijo anteayer que tenia que ir de viaje de negocios y no sé donde está ¡¡Que horror, que pensareis, con la falta que hacen los hombres en estos trances, que tragedia! ¡Pobre cuñada mía!.

Arréglate un poco mujer, que van a decir, pobres sobrinos ¡Y el chorra de mi marido ni se sabe donde está! - Apostilla la desconsolado cuñada.

El primogénito, el sucesor, dispone para el velatorio del cuerpo de su yaciente padre el más lujoso tanatorio, imprescindible salón mortuorio inundado de frescas flores, saloncito anexo con buffet para las visitas. El más solemne catafalco. Ostentosísimos candelabros quemando la cera más pura. El féretro de maderas exóticas, revestido de sedas chinas y encajes belgas, y que el diseñador sea afamado. ¿Diseña muebles de estos Calatrava?

¿Quién se ocupará de las esquelas? No consentir que las redacte cualquier periodista del tres al cuarto, las quiero escritas por algún Académico, que se publiquen a página completa en todos los periódicos nacionales ¡Pero que se vigile donde se ponen, no quiero ver ninguna junto a los anuncios por palabras de la sección de relax y masajistas!. Que también se divulguen por la radio, especialmente por la COPE, hablar con el Sr. Arzobispo si es necesario.

El recuerdo de mi padre es sagrado, ha sido un ejemplo para todos, que nadie cometa un error ¡Se acordaría toda su vida de mí!

Avisar al marmolista, que limpie y tenga preparado el panteón familiar, ha costado mucho dinero para que ahora, en esta desgracia encima esté hecho una porquería.

Pedirle a su Eminencia el Sr. Cardenal que procure una misa de “corpore insepulto” en la Catedral, concelebrada al menos por diez canónigos.

Que cueste lo que cueste se rece en la capilla ardiente un ”réquiem” muy solemne, y un panegirico dicho por un reconocido orador sacro, y que no sea demasiado corto.

El donativo para obras pías será generoso, para que perdure el recuerdo de mi padre y sus buenos actos.

La mortaja, ¿Con que lo revestimos?, a él le hubiera gustado llevar el uniforme de la Orden de Malta, pero esos desgraciados todavía no le han admitido y si algún reportero de mala madre se entera lo publicará en Interviú o en El País y se pitorrearán, ¡Los muy desgraciados! Ponerle el ultimo traje que le hicieron en Londres, el que pensaba llevar en la recepción de la casa real, con todas sus condecoraciones, al menos las más vistosas y advertir a los de la funeraria que lo preparen bien, que lo maquillen con elegancia ¡No quiero fantochadas! Que busquen al mejor estilista.

Así, desenfrenado, exaltado, como si se tratara de organizar los planes de una crucial batalla, el hijo primogénito impartía ordenes por doquier, los servidores de la casa, los empleados de los negocios, los amigos, todos acataban sin rechistar y trataban de complacer al mayorazgo incluso procurando mejorar sus exigencias.

Pasado muy poco tiempo, el cuerpo reposa ya en lujoso féretro rodeado de los costosos candelabros y miles de flores por doquier, las coronas recibidas quedan en la antesala, y de su dedicatoria va tomando nota el oficinista de confianza, en el saloncito anexo se instala el elegante buffet servido por circunspectos camareros vestidos a la “federica”, y atienden la riada de personas que previamente recibidas por un Maestro de Ceremonias llegaban a dar el ultimo adiós a hombre de tanta alcurnia, procurando todos que su presencia y la expresión de condolencias a la familia lo recogieran los fotógrafos de prensa y los cámaras de televisión que por allí pululaban cumpliendo ordenes de sus jefes y preguntándose para sus adentros.... “Pero quien coño es este fiambre”

El hijo primogénito, el heredero, desde un lugar destacado del amplio salón mortuorio seguía impartiendo ordenes, sugerencias, instrucciones; ¿Se ha recibido telegrama del Vaticano?, ¿Se sabe algo de la Zarzuela? ¿Y de la Moncloa? ¿Es posible que no haya llamado el Presidente para imponer alguna medalla a titulo póstumo? ¡Le tenia prometida una en vida, ¿Ahora no se nos va ha echar atrás?.

En la madrugada, sale la prensa publicando las esquelas y notas necrológicas, que en los periódicos locales hasta es motivo de la editorial, coinciden todas las opiniones en la fuerte personalidad y perspicacia empresarial del finado, así como en su ejemplar vida matrimonial y dedicación a impartir la más selecta formación a sus hijos, destacan también la confianza de que la continuidad de la ingente labor que emprendió quien ahora abandona su paso por la vida recaerá en su primogénito, hombre aunque joven ya curtido en lizas empresariales, cuyas cualidades humanas y profesionales no son discutibles.

En las primeras horas de la mañana, ultimas del velatorio, desfilan ante los despojos humanos curas jóvenes de impoluta sotana, posiblemente adscritos al “Opus” que bendicen y rezan. Cuerda de beatas que rezan y suspiran. Militares de graduación, que miran y se cuadran. Desconocidos que ven, cuchichean y toman algo en el buffet. Amigos que se detienen ante el féretro y se santiguan, y así, sigue y sigue un río de gente que se dispersa por el amplio salón

En el momento en que más nutrida es la concurrencia en la sala del velatorio, y pese a ello, en un ambiente inhabitualmente silencioso, se oye como un estruendo desbocado, con reiteración imparable un TIRARARÍ-TIRARIRÓ.... TIRARARÍ-TIRARIRÓ..... TIRARARI-TIRARIRÓ.... y sigue y sigue.