No tocará hoy ir a la parroquia por lo del ropero de los pobres? ¡No lo soportaría! De verdad que no lo soportaría, ¡Hoy no me encuentra con fuerzas!.
Despejada de sus ensueños, mientras la filipina la calza, se acuerda que tiene que llamar a su cuñada, la mujer de su hermano. ¡Que pesada! Es que solo tiene como único tema de conversación la sospecha de que su marido la engaña más de la cuenta, ¡Pero que requeté pesadas se ponen todas las cuñadas!.
Y el cuñado de mi protagonista, hermano de la santa, todo un trepa, que ha subido (Económicamente hablando), solo sabe Dios como, y ahora es socio de él, eso sí, minoritario, pero al fin de cuentas socio. Son cruces que nos manda Dios para probar nuestra fe y merecer el cielo. Ella, la santa, lo ha dicho muchas veces, ¡Socio o lo que quiera pero manteniendo distancias! Y se trata de su propio hermano.
Y él, nuestro personaje principal de este relato, ¿O es cuento? De quien realmente quiero hablaros, en un bello día primaveral que el Creador se esmeró en hacerlo hermoso.
Tropezón con la negra Parca, que cual vendedora de viajes paradisíacos lo acomoda en la barca de Caronte, y en un remar pausado y monotono pone proa a la laguna Estigia..
Así, sin avisar. Infarto agudo. El 061 no llegó a tiempo pero manipuló tan inútil como denonadamente lo que ya era cadáver.
Golpe certero de guadaña emponzoñada, fin de una intensa vida.
Rostros lacrimosos cubiertos de negros velos. Crespones sobre los muebles y tálamo. Corbatas azabaches, sobre albas camisas. Elegantes ternos, también negros o gris marengo, que es casi lo mismo, guardados para ocasiones solemnes.
Ambiente desolado. Entre ojos enrojecidos y alaridos contenidos de los más allegados al difunto, se oyen también otros lamentos, del rincón de los más píos, resuenan quedamente rosarios y letanías en monótona reiteración.
Y desde todos los lados, repaso de mil recuerdos.
¿Habrá dejado los papeles en regla?
El hijo mayor, el primogénito, el heredero de las virtudes paternas, pone orden y toma las decisiones pertinentes.
La mujer, la santa, se abraza a unos y otras, y a la pronta llegada de la esposa de su hermano la oye decir entre fingidos sollozos ¡Hay cuñada,
Despejada de sus ensueños, mientras la filipina la calza, se acuerda que tiene que llamar a su cuñada, la mujer de su hermano. ¡Que pesada! Es que solo tiene como único tema de conversación la sospecha de que su marido la engaña más de la cuenta, ¡Pero que requeté pesadas se ponen todas las cuñadas!.
Y el cuñado de mi protagonista, hermano de la santa, todo un trepa, que ha subido (Económicamente hablando), solo sabe Dios como, y ahora es socio de él, eso sí, minoritario, pero al fin de cuentas socio. Son cruces que nos manda Dios para probar nuestra fe y merecer el cielo. Ella, la santa, lo ha dicho muchas veces, ¡Socio o lo que quiera pero manteniendo distancias! Y se trata de su propio hermano.
Y él, nuestro personaje principal de este relato, ¿O es cuento? De quien realmente quiero hablaros, en un bello día primaveral que el Creador se esmeró en hacerlo hermoso.
Tropezón con la negra Parca, que cual vendedora de viajes paradisíacos lo acomoda en la barca de Caronte, y en un remar pausado y monotono pone proa a la laguna Estigia..
Así, sin avisar. Infarto agudo. El 061 no llegó a tiempo pero manipuló tan inútil como denonadamente lo que ya era cadáver.
Golpe certero de guadaña emponzoñada, fin de una intensa vida.
Rostros lacrimosos cubiertos de negros velos. Crespones sobre los muebles y tálamo. Corbatas azabaches, sobre albas camisas. Elegantes ternos, también negros o gris marengo, que es casi lo mismo, guardados para ocasiones solemnes.
Ambiente desolado. Entre ojos enrojecidos y alaridos contenidos de los más allegados al difunto, se oyen también otros lamentos, del rincón de los más píos, resuenan quedamente rosarios y letanías en monótona reiteración.
Y desde todos los lados, repaso de mil recuerdos.
¿Habrá dejado los papeles en regla?
El hijo mayor, el primogénito, el heredero de las virtudes paternas, pone orden y toma las decisiones pertinentes.
La mujer, la santa, se abraza a unos y otras, y a la pronta llegada de la esposa de su hermano la oye decir entre fingidos sollozos ¡Hay cuñada,