En la película, esta relación fraternal entre ambos hasta cierto punto también se da. Mehmet II es ya sultán, y Vlad, en el tronoDrácula: La leyenda jamás contada de Valaquia, es su vasallo, una relación que llena de vergüenza al segundo. El príncipe es dibujado como una persona honesta –dentro de lo que cabe-, traumatizada por los desmanes de los “turcos” y en permanente conflicto consigo mismo, al verse obligado no sólo a permitir el pago de un tributo anual, sino a que los soldados del Imperio Otomano fustiguen y humillen a sus súdbitos sin oposición.