...
¡Ah!, se me olvidó lo de ayer...
Ayer no fue la representación de ningún cuento; ayer nos tuvo al abuelo y a mi, enfermos todo el día.
Veréis: A principios de semana lo trajeron sus padres para que pasara unos días con nosotros, y venía con unas décimas de fiebre. Lo que mejor se nos ocurrió para quitarle "el miedo" al termómetro, que no quería dejarse poner para medir la temperatura, fue explicarle de P a PA su funcionamiento y lo importante que era que se dejase medir la temperatura. Pues bien, a partir de dejar que se le tomara, recuperase, y ponerse a "curarnos" él a nosotros, fue todo uno, así que ayer nos tuvo enseñándole y aireando "el sobaquillo", y tumbados en el sofá, todo el tiempo que le salió de las narices... La temperatura máxima que teníamos, según el precoz galeno, fue según sus palabras menos dos treinta y cuatro, así que llegó el momento en que como ya estábamos buenos, pudimos levantarnos sanos y salvos gracias a su sapiencia. ¡Qué suerte tener un nieto médico! ¿ehhhh?
Bueno pues otro día os explicaré cómo va con el ordenador, con las letras, con la pintura, con el balón, etc, etc...
Un beso de una abuela, que está como muchas otras, babeando con sus nietos, aunque no nos lo digan...
¡Ah!, se me olvidó lo de ayer...
Ayer no fue la representación de ningún cuento; ayer nos tuvo al abuelo y a mi, enfermos todo el día.
Veréis: A principios de semana lo trajeron sus padres para que pasara unos días con nosotros, y venía con unas décimas de fiebre. Lo que mejor se nos ocurrió para quitarle "el miedo" al termómetro, que no quería dejarse poner para medir la temperatura, fue explicarle de P a PA su funcionamiento y lo importante que era que se dejase medir la temperatura. Pues bien, a partir de dejar que se le tomara, recuperase, y ponerse a "curarnos" él a nosotros, fue todo uno, así que ayer nos tuvo enseñándole y aireando "el sobaquillo", y tumbados en el sofá, todo el tiempo que le salió de las narices... La temperatura máxima que teníamos, según el precoz galeno, fue según sus palabras menos dos treinta y cuatro, así que llegó el momento en que como ya estábamos buenos, pudimos levantarnos sanos y salvos gracias a su sapiencia. ¡Qué suerte tener un nieto médico! ¿ehhhh?
Bueno pues otro día os explicaré cómo va con el ordenador, con las letras, con la pintura, con el balón, etc, etc...
Un beso de una abuela, que está como muchas otras, babeando con sus nietos, aunque no nos lo digan...