Bastet defendió al dios sol Ra, del que según algunas versiones era hija y esposa, contra los ataques de la serpiente Apofis, deidad del mal. Tuvo su propio templo en Bubastis, un lugar al que decenas de millares de egipcios acudían a rendirle culto. Los sacerdotes elegían un gato al que adoraban como si fuera la encarnación de la propia diosa. Una vez al año, en torno al 31 de octubre, se celebraba el festival de Bastet. Era una gran multitud la que peregrinaba entonces. Al atardecer una procesión transportaba la imagen de la diosa a la luz de las antorchas en una barca adornada con guirnaldas de flores. Había oraciones acompañadas de música e incienso, y después, cuando se llegaba a tierra, la gente cantaba, bebía vino y se entregaba al desenfreno de una fiesta que duraba hasta el amanecer.