Dicen los hombres que, una de las reglas que se han de seguir para comprar regalos a las mujeres es tener bien presente que se trata de un cuento de nunca acabar, y es que cuando tienen novia, ellas ya les hacen regalos, por lo menos, en los cumpleaños, en el aniversario, en Navidad y el día de San Valentín.
Se quejan los hombres porque cada uno de esos regalos van envueltos primorosamente y acompañados de atentas tarjetas, así que si quieren quedar como caballeros no sirve corresponder con un "A ver... sí, aquí tengo....17 euros!" sino que les ponen en el compromiso de prepararse para hacer regalos "obligados" que ni siquiera existirían si los hombres -como se sostiene- gobernaran el mundo...
Se quejan los hombres porque cada uno de esos regalos van envueltos primorosamente y acompañados de atentas tarjetas, así que si quieren quedar como caballeros no sirve corresponder con un "A ver... sí, aquí tengo....17 euros!" sino que les ponen en el compromiso de prepararse para hacer regalos "obligados" que ni siquiera existirían si los hombres -como se sostiene- gobernaran el mundo...
Uno de estos hombres se quejaba delante de sus amigos diciendo, sobre los regalos que compraba su mujer, que ésta tenía la capacidad de comprar regalos sin motivo alguno. Puede meterse en una de esas tiendas de regalos que hay en los centros comerciales, encontrar una cosa, tal vez una diminuta y bonita caja en la que no cabe nada más que una molécula y comprarla, junto con una tarjeta sentimental. ¡Y ni tan siquiera saber aún para quién será!
Se quejan los hombres, y dicen que millones de mujeres están haciendo lo mismo, ganando cada vez más terreno a los hombres, mientras ellos, los hombres, se quedan en casa viendo el fútbol, convencidos de que... nunca podrán ganar la guerra.
Así se lo dije yo a mi hijo, porque.... ¡Ya era hora de que supiese la verdad!
Se quejan los hombres, y dicen que millones de mujeres están haciendo lo mismo, ganando cada vez más terreno a los hombres, mientras ellos, los hombres, se quedan en casa viendo el fútbol, convencidos de que... nunca podrán ganar la guerra.
Así se lo dije yo a mi hijo, porque.... ¡Ya era hora de que supiese la verdad!
