"Desde los 5 hasta los 20 años sólo enseñan a sus hijos tres cosas: a montar a caballo, a disparar el arco y a decir la verdad. Y hasta que un niño no tiene cinco años no comparece en presencia de su padre, sino que hace su vida con las mujeres. Esto se hace así con el fin de que, si muere durante su crianza, no cause a su padre pesar alguno. Apruebo, desde luego, esta costumbre, y apruebo también esta otra: por una sola falta ni el propio rey puede castigar a nadie con la muerte; y tampoco otra persona cualquiera puede, por una sola falta, infligir a ninguno de sus siervos la última pena; ahora bien, si tras considerar el caso llega a la conclusión de que los delitos del culpable son más numerosos y más importantes que sus servicios, entonces puede dar rienda suelta a su ira.