El día que más celebraban los persas era el de su propio cumpleaños. Para ello se organizaba un banquete a base de carne de buey, caballo, camello o asno asados al horno. "En sus comidas usan de pocos manjares de sustancia, pero sí de muchos postres, y no muy buenos. Por eso suelen decir los persas que los griegos se levantan de la mesa con hambre". Acompañaban las comidas con un exceso de vino, pero por embriagados que terminasen no estaba permitido orinar o vomitar en público. "Después de bien bebidos, suelen deliberar acerca de los negocios de mayor importancia. Lo que entonces resuelven, lo propone otra vez el amo de la casa en que deliberaron, un día después; y si lo acordado les parece bien en ayunas, lo ponen en ejecución, y si no, lo revocan. También suelen volver a examinar cuando han bebido bien aquello mismo sobre lo cual han deliberado en estado de sobriedad”.