Tengo una amiga que es genealogista, que cada año se reúne con sus familiares en los días de Navidad. Me explicaba el año pasado que, como le gusta regodearse contando sus averiguaciones sobre la vida, milagros y obras de sus antepasados, en una ocasión dio una charla tan interminable sobre las vivencias y costumbres de sus tatarabuelos que, al cabo de lo que les pareció una eternidad a los familiares, hizo una pausa para preguntar:
- ¿He olvidado a alguien?
-Sí, -contestó su marido- A Adán y Eva.
Me explicó que esto sirvió para aminorar un poco la tensión que se había formado alrededor de la mesa, y que este año, por San Esteban, antes de hablar, se llenará la boca de turrones y pavo.
(Así se hace, Juanita)
- ¿He olvidado a alguien?
-Sí, -contestó su marido- A Adán y Eva.
Me explicó que esto sirvió para aminorar un poco la tensión que se había formado alrededor de la mesa, y que este año, por San Esteban, antes de hablar, se llenará la boca de turrones y pavo.
(Así se hace, Juanita)