En otra ocasión su padre se había quejado de su atuendo poco discreto, y ella tomó en consideración su desagrado y se presentó al día siguiente con otro mucho más modesto, para alegría de él.
— ¡Cuánto más adecuado es este vestido para una hija de Augusto! —exclamó satisfecho.
—En efecto, hoy me he vestido para los ojos de mi padre, ayer para los de mi marido.
— ¡Cuánto más adecuado es este vestido para una hija de Augusto! —exclamó satisfecho.
—En efecto, hoy me he vestido para los ojos de mi padre, ayer para los de mi marido.