Julia fue acusada de adulterio y traición, y el emperador envió una carta a Tiberio, por entonces en Rodas, declarando nula su unión. Augusto había promulgado leyes castigando el adulterio, por lo que no podía pasar por alto que su propia hija infringiera las normas que él trataba de imponer. No quería que el pueblo pensara que era un hipócrita con dos varas de medir.