Los intrigantes hablaron con el osado George Villiers, duque de Buckingham, al que encontraron con muy buena disposición de ánimo. Él ya había visto a la reina un par de años antes, cuando había acompañado a España al príncipe de Gales, quien se proponía en aquel tiempo concertar un matrimonio con la hermana menor de Ana de Austria. A George le había agradado la reina de Francia y, además, considerándose irresistible, no cruzaba por su mente la idea del fracaso.