El escritor ruso F. A Stepun comienza así su relato en su obra ASÍ FUE.
"En las pronunciadas orillas del animado riachuelo Shania, que impulsa día y noche las turbinas de una de las mayores fábricas de papel de Rusia, se alza una casa señorial, de estilo clásico, amarilla, sostenida por blancas columnas. Frente al portal principal, detrás de los setos de acacias en forma semicircular y tradicional, se eleva una iglesia diseñada, según se pretende, por el célebre Rastrelli. A sus pies se extiende el quieto camposanto de la aldea. Las cruces de madera de escasa altura, roídas por el implacable paso del tiempo, apenas pueden vislumbrarse entre gigantescos arbustos de jazmín y saúcos y también porque las ramas de los abedules penden casi hasta el suelo; mayor claridad penetra tan sólo en los rincones más distantes, desde donde y por encima de la tapia de ladrillos asalta al visitante el ambiente y familiar hedor de los establos; aquí ya sólo cunden hierbas y cardos...
"En las pronunciadas orillas del animado riachuelo Shania, que impulsa día y noche las turbinas de una de las mayores fábricas de papel de Rusia, se alza una casa señorial, de estilo clásico, amarilla, sostenida por blancas columnas. Frente al portal principal, detrás de los setos de acacias en forma semicircular y tradicional, se eleva una iglesia diseñada, según se pretende, por el célebre Rastrelli. A sus pies se extiende el quieto camposanto de la aldea. Las cruces de madera de escasa altura, roídas por el implacable paso del tiempo, apenas pueden vislumbrarse entre gigantescos arbustos de jazmín y saúcos y también porque las ramas de los abedules penden casi hasta el suelo; mayor claridad penetra tan sólo en los rincones más distantes, desde donde y por encima de la tapia de ladrillos asalta al visitante el ambiente y familiar hedor de los establos; aquí ya sólo cunden hierbas y cardos...