Marie apenas conoció a su madre, Madeleine de Lenoncourt, fallecida cuando ella no había cumplido siquiera dos años. Pasó su infancia en manos de gobernantas desprovistas de autoridad, por lo que no fue educada con esmero ni de un modo capaz de predisponerla a la virtud, pero ella suplía con su inteligencia las deficiencias de su educación. Desde el primer momento manifestó una encantadora coquetería y una ligereza peligrosa, rasgos de su carácter que la inclinarían hacia una vida independiente, llena de placeres, fantasías y libertades.