Luis XIII se había reconciliado con su madre, María de Médicis, que regresaba ahora a la corte para emponzoñar aún más la convivencia con la reina. Para entonces Marie de Rohan se había convertido en el único refugio de Ana de Austria; ambas eran inseparables. Pero entonces sobrevino la tragedia: Ana, que ya había tenido un primer aborto, causó accidentalmente el segundo jugando de modo imprudente con su amiga por los corredores del Louvre. Fue Marie, al parecer, quien tuvo la infortunada idea de incitar a la reina a correr y patinar sobre el suelo, lo que provocó su caída y posterior aborto. La cólera del rey fue indescriptible. Marie quedaba en una posición muy delicada, pero no se rendía.