Era en los días sosegados de invierno, llenos de paz, cuando detrás de los cristales de las ventanas, empañados por el vaho del calor interior producido por las ascuas de la chimenea o por las de la estufa, se podía observar como la tibieza se estrellaba y rompía contra el telón de la fría atmósfera que dibujaba filigranas en el hielo de los vidrios y en el de los cubos llenos de agua helada del patio.
En el campanario, cubierto de nieve, el ding-dong de las campana, guarda silenciosa de paz, gigantesca y atronadora la mayor parte del tiempo, fluía atronador, en oleadas, a través de un airecillo frío y bribón llegando hasta el último rincón de los gallineros del pueblo, para anunciar que había llegado la hora de la Misa Dominical.
Con un temblor que semejaba el escalofrío de nuestro cuerpo cuando le muerde el helor, se llegaba a tener la impresión de que los sones de allí, del campanario, donde el sacristán una veces, los monaguillos otras, tiraban hábilmente de la soga anudada a él, nacían del mismo seno de nuestras casas, a pocos metros de nuestros propios oídos.
En la actualidad, son muy pocos los chicos que se visten de monaguillo, porque casi no quedan chicos en el pueblo, y la campana, ya no se hace falta "colgarse" de una soga para que emita su atronador DING-DONG, simplemente basta con apretar un botón. ¡Son cosas de las ciencias que adelantan a pasos agigantados.
FELIZ NAVIDAD PARA LOS MONAGUILLOS Y MONAGUILLAS DE ALCONCHEL, que haberlas, las hubo...
En el campanario, cubierto de nieve, el ding-dong de las campana, guarda silenciosa de paz, gigantesca y atronadora la mayor parte del tiempo, fluía atronador, en oleadas, a través de un airecillo frío y bribón llegando hasta el último rincón de los gallineros del pueblo, para anunciar que había llegado la hora de la Misa Dominical.
Con un temblor que semejaba el escalofrío de nuestro cuerpo cuando le muerde el helor, se llegaba a tener la impresión de que los sones de allí, del campanario, donde el sacristán una veces, los monaguillos otras, tiraban hábilmente de la soga anudada a él, nacían del mismo seno de nuestras casas, a pocos metros de nuestros propios oídos.
En la actualidad, son muy pocos los chicos que se visten de monaguillo, porque casi no quedan chicos en el pueblo, y la campana, ya no se hace falta "colgarse" de una soga para que emita su atronador DING-DONG, simplemente basta con apretar un botón. ¡Son cosas de las ciencias que adelantan a pasos agigantados.
FELIZ NAVIDAD PARA LOS MONAGUILLOS Y MONAGUILLAS DE ALCONCHEL, que haberlas, las hubo...