Tenía 16 años y era preciosa con su cabello oscuro y sus enormes ojos negros bordeados de largas pestañas. Pálida y delgada, tenía un conmovedor aire de fragilidad que nunca la abandonó. Un domingo paseaba con unas amigas por las inmediaciones del Palais Royal y se detuvieron a tomar algo en el restaurante de Monsieur Nollet, quien quedó subyugado por la joven. Se trataba de un hombre de buena posición, de modo que pudo instalar a Alphonsine en un pequeño apartamento de la rue l’Arcade, con tres mil libras para hacer frente a sus primeras necesidades.