El joven Agénor de Guiche, posteriormente duque de Gramont y ministro de Asuntos Exteriores de Napoleón III, se enamoró de ella y se ocupó de que recibiera una educación esmerada. Marie aprendió a bailar, a tocar el piano, a hablar francés correctamente como cualquier aristócrata y sin ese acento normando, y a comportarse en sociedad. Pronto se convirtió en ávida lectora y se interesaba por las noticias de actualidad con las que poder ofrecer conversación.