Mujer elegante y refinada, adoraba las flores, y especialmente las camelias, de las que vivía rodeada. Su carácter solía ser alegre, pero sus cambios de humor eran extraños: tan pronto aparecía exultante como entraba en periodos de repentina melancolía. Además era mitómana. No podía evitar mentir constantemente, de una forma incluso absurda, y cuando un amigo le preguntó por qué lo hacía, ella respondió:
—Mentir blanquea los dientes.
—Mentir blanquea los dientes.