El matrimonio no era legal en Francia, porque el miedo a la reacción de su familia hizo que la generosidad del conde no llegara tan lejos como para atreverse a publicar las amonestaciones en su país. Pero eso no impidió a María utilizar el título de condesa y crear su propio blasón, que hizo figurar en su vajilla, su papel de escribir y la portezuela de su carruaje.