La venatio era, pues, la damnatio ad bestias, una forma de pena de muerte destinada a los enemigos del Estado, tan atroz que muchos se resistieron a morir de ese modo. Séneca cuenta cómo un infortunado prisionero germano destinado a participar en una de estas luchas optó por suicidarse tragando una esponja. Otro de ellos, cuando iba a ser conducido a la arena, metió la cabeza entre los radios de la rueda del carro y se partió el cuello. Tenemos también el dato de 29 prisioneros sajones que se estrangularon unos a otros en su celda.