De esta manera escribía F. A. Stepun en su obra ASÍ FUE.
EL AMBIENTE EN VÍSPERAS DE LA REVOLUCIÓN.
Cuando el primero de enero de 1910 desperté en la misma habitación en la que ocho años atrás había hecho mis maletas para marcharme al extranjero, no supe levantarme inmediatamente de mi lecho; el retorno al hogar paterno después de todo cuanto había sucedido, despertaba de nuevo en mi alma el dolor apenas superado por la enigmática muerte de Anna.
Al descorrer los cortinajes, el patio cubierto por espesa niebla, pero bañado por un sol radiante, se extendía ante mis ojos. Por el ancho camino que atravesaba el recinto, limpiado recientemente de nieve, caminaban dos policías de aspecto imponente con todas sus condecoraciones en la pechera de su uniforme. Eran los primeros visitantes, acababan de desear el tradicional feliz año nuevo...
EL AMBIENTE EN VÍSPERAS DE LA REVOLUCIÓN.
Cuando el primero de enero de 1910 desperté en la misma habitación en la que ocho años atrás había hecho mis maletas para marcharme al extranjero, no supe levantarme inmediatamente de mi lecho; el retorno al hogar paterno después de todo cuanto había sucedido, despertaba de nuevo en mi alma el dolor apenas superado por la enigmática muerte de Anna.
Al descorrer los cortinajes, el patio cubierto por espesa niebla, pero bañado por un sol radiante, se extendía ante mis ojos. Por el ancho camino que atravesaba el recinto, limpiado recientemente de nieve, caminaban dos policías de aspecto imponente con todas sus condecoraciones en la pechera de su uniforme. Eran los primeros visitantes, acababan de desear el tradicional feliz año nuevo...
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Mamá me esperaba en el comedor. Por vez primera desde hacía mucho tiempo hablamos con la mayor sinceridad y sin reservas de cuanto me había sucedido a través de los años y especialmente de lo que me atañía personalmente. Mamá no había visto con muy buenos ojos mi casamiento y lamentó en lo más profundo de su alma mi decisión. Ahora, en su gran delicadeza y sus desbordantes sentimientos, al prometerme la máxima ayuda, había un matiz de arrepentimiento, no solamente frente a mí en particular, sino también con respecto a Anna Alexandrovna, mi difunta esposa...
Mamá me esperaba en el comedor. Por vez primera desde hacía mucho tiempo hablamos con la mayor sinceridad y sin reservas de cuanto me había sucedido a través de los años y especialmente de lo que me atañía personalmente. Mamá no había visto con muy buenos ojos mi casamiento y lamentó en lo más profundo de su alma mi decisión. Ahora, en su gran delicadeza y sus desbordantes sentimientos, al prometerme la máxima ayuda, había un matiz de arrepentimiento, no solamente frente a mí en particular, sino también con respecto a Anna Alexandrovna, mi difunta esposa...