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ALCONCHEL DE LA ESTRELLA: ......

De esta manera escribía F. A. Stepun en su obra ASÍ FUE.

EL AMBIENTE EN VÍSPERAS DE LA REVOLUCIÓN.

Cuando el primero de enero de 1910 desperté en la misma habitación en la que ocho años atrás había hecho mis maletas para marcharme al extranjero, no supe levantarme inmediatamente de mi lecho; el retorno al hogar paterno después de todo cuanto había sucedido, despertaba de nuevo en mi alma el dolor apenas superado por la enigmática muerte de Anna.
Al descorrer los cortinajes, el patio cubierto por espesa niebla, pero bañado por un sol radiante, se extendía ante mis ojos. Por el ancho camino que atravesaba el recinto, limpiado recientemente de nieve, caminaban dos policías de aspecto imponente con todas sus condecoraciones en la pechera de su uniforme. Eran los primeros visitantes, acababan de desear el tradicional feliz año nuevo...

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Mamá me esperaba en el comedor. Por vez primera desde hacía mucho tiempo hablamos con la mayor sinceridad y sin reservas de cuanto me había sucedido a través de los años y especialmente de lo que me atañía personalmente. Mamá no había visto con muy buenos ojos mi casamiento y lamentó en lo más profundo de su alma mi decisión. Ahora, en su gran delicadeza y sus desbordantes sentimientos, al prometerme la máxima ayuda, había un matiz de arrepentimiento, no solamente frente a mí en particular, sino también con respecto a Anna Alexandrovna, mi difunta esposa...

... (Seguimos un poco más)

Tuve suerte con el alojamientos, pues encontré en arriendo un departamento hermoso y "señorial" con vistas sobre el Moskva y casitas de alegres colores en la otra orilla: comercios de toda índole, donde se vendían toda clase de artículos de ferretería, comestibles, drogas y otras mercancías. Me gustaba extraordinariamente no tener que contemplar cada día el Kremlin, pues resultaba pesado tener que posar la vista desde la mañana hasta la noche sobre monumentos históricos...

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La costumbre moscovita de conseguir un cargo, no por el medio oficial, sino por el de las recomendaciones persoanles y familiares, me instigó a comentar mis oposiciones en la Universidad de Moscú en forma particular con el catedrático de filosofía, Lev Mijailovich Lopatin. Llegué a conocerle en una velada de cierta familia de amigos. Como de costumbre, compareció ya muy avanzada la velada, para instalarse cómodamente en una butaca al lado de la jarra de vino tinto...."