La naturaleza me dio forma de mujer. Mis hazañas han superado las de los hombres más valientes. Goberné el imperio de Nino, que se extendía por el este hasta el río Hyhanam, por el sur hasta la tierra del incienso y la mirra, y por el norte hasta el país de los escitas y los sogdianos. Antes de mí, ningún asirio había visto el gran mar. Yo vi con mis propios ojos cuatro mares, y sus riberas reconocieron mi poder. Obligué a ríos poderosos a fluir según mi voluntad, y llevé sus aguas para que fertilizaran tierras que antes habían sido yermas y desiertas. Erigí torres inexpugnables; construí carreteras en caminos no hollados hasta entonces excepto por las bestias de los bosques; y en medio de estas grandes obras encontré tiempo para el placer y la amistad.”