Otras fuentes mencionan que Nino, a petición de su esposa, le concedió el gobierno de su imperio durante cinco días. La joven reina aparecía sentada sobre el trono real con el sello en el dedo, y todas las provincias estaban obligadas a rendirle pleitesía y obedecer sus decretos. Pero Semíramis, obtenido su propósito, utilizó su poder para encarcelar a su esposo y hacer que fuera condenado a muerte. Luego se declaró su sucesora y reinó en solitario durante el resto de su vida. Eso sí, la reina habría erigido para él una fabulosa tumba, adornándola con estatuas de oro macizo.