Aquellos que suponen que su existencia es tan solo una leyenda, afirman que nació en los poemas que cantaban los juglares medos y persas. Los asirios adoraban a una divinidad femenina que era al mismo tiempo diosa de la guerra y del amor. Las palomas eran los animales a ella consagrados, y en los templos había estatuas de esta diosa con una paloma de oro en la cabeza. Se la invocaba con el nombre de Semíramis, que significaba “alto nombre”. De acuerdo con esta teoría, los poetas habrían cambiado a la diosa por una heroína, y no al revés.