Pero Amalarico tenía un poderoso paladín: su abuelo materno Teodorico, rey de los ostrogodos, que no se conformó con la decisión y exigió el trono para su nieto. Tres años más tarde envió al duque Ibbas al frente de un ejército que derrotó a Gesaleico y le hizo huir al norte de Africa, donde halló refugio entre los vándalos. Teodorico asumió entonces la regencia en nombre de Amalarico.