Borgewsky, naturalmente, comprendía que ella deseara librarse de él, porque María se lo representaba como “un bruto alcoholizado y vicioso” que no la amaba. Hombre honorable, el húsar se resuelve a proponer un duelo a tres pasos al conde, pero a éste no le gustaban esas situaciones en las que uno de los dos rivales moriría de forma segura, si el elegido por la suerte podía ser él. Tarnowsky sugiere, en cambio, celebrar un banquete de conciliación y olvidar el asunto. Borgewsky accede, se organiza la comida y todo termina entre brindis de amistad, pero cuando el joven se dispone a despedirse, en el preciso instante en que besaba la mano de la condesa, el esposo extrajo su revólver y le disparó un tiro en la nuca.