El suelo tembló cuando el genio inspiró profundamente.
- ¿Qué? ¡Tú, gusano! ¡Tú, inmundo bicharraco! ¡Prepárate a morir!
- ¡Oh, vamos! Tú bromeas. Menudo cuento. Dime la verdad. Yo estaba distraído vaciando esa vieja botella y no te he visto acercarte.
- ¿Qué? ¡Tú, hormiga! ¡Tú, tijereta! ¡Yo he salido de esa botella! ¡Y voy a matar a todo el mundo!
-Pero amigo mío, amigo mío -suspiró Abdula- Tu madre nunca te enseñó a decir mentiras, sobre todo gordas. Basta ver el tamaño de esa botella y las dimensiones de tu cuerpo: tú has salido de esa botella tanto como yo.
Entonces, Abdula, con grandes aspavientos, hizo como que intentaba meter el pie por el estrecho cuello de la botella.
- ¡Tú, cucaracha! Tú... tú...
El labio inferior del genio empezó a temblar.
- ¡Te digo que he salido de esa botella!
- ¡Puafl -se burló Abdula- Entonces demuéstramelo.
- ¿Qué? ¡Tú, gusano! ¡Tú, inmundo bicharraco! ¡Prepárate a morir!
- ¡Oh, vamos! Tú bromeas. Menudo cuento. Dime la verdad. Yo estaba distraído vaciando esa vieja botella y no te he visto acercarte.
- ¿Qué? ¡Tú, hormiga! ¡Tú, tijereta! ¡Yo he salido de esa botella! ¡Y voy a matar a todo el mundo!
-Pero amigo mío, amigo mío -suspiró Abdula- Tu madre nunca te enseñó a decir mentiras, sobre todo gordas. Basta ver el tamaño de esa botella y las dimensiones de tu cuerpo: tú has salido de esa botella tanto como yo.
Entonces, Abdula, con grandes aspavientos, hizo como que intentaba meter el pie por el estrecho cuello de la botella.
- ¡Tú, cucaracha! Tú... tú...
El labio inferior del genio empezó a temblar.
- ¡Te digo que he salido de esa botella!
- ¡Puafl -se burló Abdula- Entonces demuéstramelo.