Al llegar a este punto, Alicia empezó a sentirse medio dormida y siguió diciéndose como en sueños: « ¿Comen murciélagos los gatos? ¿Comen murciélagos los gatos?» Y a veces: « ¿Comen gatos los murciélagos?» Porque, como no sabía contestar a ninguna de las dos preguntas, no importaba mucho cual de las dos se formulara. Se estaba durmiendo de veras y empezaba a soñar que paseaba con Dina de la mano y que le preguntaba con mucha ansiedad: «Ahora Dina, dime la verdad, ¿te has comido alguna vez un murciélago?», cuando de pronto, ¡cataplum!, fue a dar sobre un montón de ramas y hojas secas. La caída había terminado.