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ALCONCHEL DE LA ESTRELLA: --Bueno, puede que no -dijo Alicia en tono conciliador-....

--Bueno, puede que no -dijo Alicia en tono conciliador-. No se enfade por esto. Y, sin embargo, me gustaría poder enseñarle a nuestra gata Dina. Bastaría que usted la viera para que empezaran a gustarle los gatos. Es tan bonita y tan suave --siguió Alicia, hablando casi para sí misma, mientras nadaba perezosa por el charco- -, y ronronea tan dulcemente junto al fuego, lamiéndose las patitas y lavándose la cara... y es tan agradable tenerla en brazos... y es tan hábil cazando ratones... ¡Oh, perdóneme, por favor! --gritó de nuevo Alicia, porque esta vez al Ratón se le habían puesto todos los pelos de punta y tenía que estar enfadado de veras--. No hablaremos más de Dina, si usted no quiere.