Al día siguiente, él le pidió las llaves, y ella se las dio, pero con una mano tan temblorosa, que él adivinó sin esfuerzo lo que había pasado.
- ¿Cómo es que -le dijo- la llave del gabinete no está con las demás?
-Se me habrá quedado arriba en la mesa -contestó.
-No dejéis de dármela en seguida -dijo Barba Azul.
Después de aplazarlo varias veces, no tuvo más remedio que traer la llave.
Barba Azul, habiéndola mirado, dijo a su mujer:
- ¿Por qué tiene sangre esta llave?
-No lo sé -respondió la pobre mujer, más pálida que la muerte.
- ¿Cómo es que -le dijo- la llave del gabinete no está con las demás?
-Se me habrá quedado arriba en la mesa -contestó.
-No dejéis de dármela en seguida -dijo Barba Azul.
Después de aplazarlo varias veces, no tuvo más remedio que traer la llave.
Barba Azul, habiéndola mirado, dijo a su mujer:
- ¿Por qué tiene sangre esta llave?
-No lo sé -respondió la pobre mujer, más pálida que la muerte.