Veo -respondió su hermana- una gran polvareda que viene de aquel lado.
- ¿Son mis hermanos?
- ¡Ay, no, hermana! Es un rebaño de ovejas.
- ¿Quieres bajar de una vez? -gritaba Barba Azul.
-Un momento -respondía su mujer; y luego volvía a preguntar:
-Ana, hermana Ana, ¿no ves venir a nadie?
-Veo -respondió- dos caballeros que se dirigen hacia aquí, pero todavía están muy lejos.
- ¡Alabado sea Dios! -exclamó un momento después-. Son mis hermanos; estoy hacíéndoles todas las señas que puedo para que se den prisa.
- ¿Son mis hermanos?
- ¡Ay, no, hermana! Es un rebaño de ovejas.
- ¿Quieres bajar de una vez? -gritaba Barba Azul.
-Un momento -respondía su mujer; y luego volvía a preguntar:
-Ana, hermana Ana, ¿no ves venir a nadie?
-Veo -respondió- dos caballeros que se dirigen hacia aquí, pero todavía están muy lejos.
- ¡Alabado sea Dios! -exclamó un momento después-. Son mis hermanos; estoy hacíéndoles todas las señas que puedo para que se den prisa.