En verdad, parecia que el señor Blanco se iba a hacer muy rico. Ese otoño contrató a tres mujeres para que le recolectaran los zapatos de los árboles y los clasificaran por números. Luego envolvían los zapatos en papel de seda y los guardaban en cajas para enviarlos a la ciudad, donde los venderían a buen precio.
Al mirar por la. ventana, el señor Martín vio al señor Blanco que pasaba en un coche elegantísimo.
-Nunca pensé en ganar dinero con mi árbol -le comentó a su mujer.
Al mirar por la. ventana, el señor Martín vio al señor Blanco que pasaba en un coche elegantísimo.
-Nunca pensé en ganar dinero con mi árbol -le comentó a su mujer.