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ALCONCHEL DE LA ESTRELLA: Tú no te muevas, querida —dijo—. Eres demasiado bonita...

Tú no te muevas, querida —dijo—. Eres demasiado bonita para cansarte caminando arriba y abajo.
Las demás gallinas marchaban detrás de Quiquiriquí. "Izquierda, derecha, izquierda, derecha, media vuelta, izquierda, derecha", gritaba. Ninguna de las gallinas tenía costumbre de desfilar a paso de marcha. Filomena se torció la pata, Enriqueta se metió en el establo por error, y la pobre tía Copete se sentó a descansar entre las coles y se quedó dormida como un tronco.