—Por supuesto -dijo el gorrión, y le entregó cuatro diminutos huevos. Sin ser vistos, retiraron entre ambos los huevos de pata y colocaron en su lugar los huevos de gorrión. Después durmieron hasta el amanecer, cuando toda la granja se despertó con el ufano cacareo de Quiquiriquí:
—A levantarse todo el mundo. Esta mañana vendrá don Cascarrabias en persona a inspeccionar los huevos.
—A levantarse todo el mundo. Esta mañana vendrá don Cascarrabias en persona a inspeccionar los huevos.