Al regresar a casa, Linda contó a la madre sus aventuras.
— ¿Has mirado el exterior de tu parasol? —le preguntó su madre.
Linda abrió su parasol y cuando fue a examinarlo, dio un salto atrás asustada. En el parasol había pintado un refulgente dragón de mirada temible y afiladas garras.
—Ahora comprenderás —dijo la madre—, lo bien que te ha protegido el dragón.
— ¿Has mirado el exterior de tu parasol? —le preguntó su madre.
Linda abrió su parasol y cuando fue a examinarlo, dio un salto atrás asustada. En el parasol había pintado un refulgente dragón de mirada temible y afiladas garras.
—Ahora comprenderás —dijo la madre—, lo bien que te ha protegido el dragón.