ALCONCHEL DE LA ESTRELLA: — ¡Dios mío, qué patito tan enorme! No se parece a...
— ¡Dios mío, qué patito tan enorme! No se parece a ninguno de los otros. Y, sin embargo, me atrevo a asegurar que no es ningún crío de pavos. Habrá de meterse en el agua, aunque tenga que empujarlo yo misma.