Una vez en el lago intentó nadar como lo hacía siempre, dándose impulso con las dos patitas de atrás. Pero a Grinda le hacía mucho daño y no la podía mover.
Por eso cada vez que hacía el movimiento, salía impulsada hacia un lado.- ¡Así no hay manera de que avancemos juntos! -exclamó el padre, preocupado.
Pasó un minuto y a nadie se le ocurría nada. Grinda desanimada y un poco enfadada, levantó una de las patas delanteras y la hundió en el agua con fuerza.
Por eso cada vez que hacía el movimiento, salía impulsada hacia un lado.- ¡Así no hay manera de que avancemos juntos! -exclamó el padre, preocupado.
Pasó un minuto y a nadie se le ocurría nada. Grinda desanimada y un poco enfadada, levantó una de las patas delanteras y la hundió en el agua con fuerza.