El interior del carromato era bastante más grande que lo que parecía desde fuera, y sus estanterías estaban repletas de cajas, botellas y cestas. El señor Malaspintas tenía de todo, desde un calcetín de elefante hasta el cepillo de dientes de un ratón. Palitroque paseaba asombrado entre las alfombras de piel de zorro, las alas de mariposa, los huesos de ballena y los barcos metidos en botellas. Había cintas de pelo para buitres, libros de canciones para ciervos, libros de ortografía para duendes y un mapa de senderos del fondo del mar. Había también un aparato de radio sin sonido y un retrato del hombre invisible.
Petronila quedó encantada cuando encontró un departamento sólo para arañas donde podía comprar moscas escabechadas y pijamas de ocho piernas.
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