Se paró cuando vio que la abuela había olvidado escribir la cantidad que quería de cada cosa. Bueno, quizá él podría adivinar cuánto.
-Mmm, dos cestos de leche y un litro de nabos..., un saco de mantequilla y un pan de tocino.
El señor Malaspintas se rió entre dientes.
- ¿En rebanadas? -dijo refiriéndose al tocino.
-Mm, rico y crujiente -dijo Palitroque-. Y media docena de coles y una jarra de pan, por favor.
- ¿Blanco o moreno?
-Verde, por favor -dijo Palitroque-. Yo pensaba que todas las coles eran verdes.
- ¿Esto es todo? -sonrió el señor Malaspintas, mientras depositaba la última mercancía en el mostrador.
-Sí, sólo me falta la carretilla.
-Mmm, dos cestos de leche y un litro de nabos..., un saco de mantequilla y un pan de tocino.
El señor Malaspintas se rió entre dientes.
- ¿En rebanadas? -dijo refiriéndose al tocino.
-Mm, rico y crujiente -dijo Palitroque-. Y media docena de coles y una jarra de pan, por favor.
- ¿Blanco o moreno?
-Verde, por favor -dijo Palitroque-. Yo pensaba que todas las coles eran verdes.
- ¿Esto es todo? -sonrió el señor Malaspintas, mientras depositaba la última mercancía en el mostrador.
-Sí, sólo me falta la carretilla.