Una carretilla de guisantes, supongo -dijo con retintín.
-No sea tonto, señor Malaspintas. Una carretilla para llevarlo todo a casa.
Palitroque y Petronila volvieron al bosque embrollado. Los árboles temblaban; seguramente la abuela Sarmiento seguía estornudando.
-He vuelto -gritó Palitroque-. He hecho toda la compra.
La abuela Sarmiento miró la carretilla por encima de su enorme nariz roja y su gran pañuelo blanco.
- ¿Algo no está bien, abuela?
-Desde luego -chilló ella-. ¿Qué es todo esto? Una jarra de pan, un saco de mantequilla, dos cestas de leche...
-No sea tonto, señor Malaspintas. Una carretilla para llevarlo todo a casa.
Palitroque y Petronila volvieron al bosque embrollado. Los árboles temblaban; seguramente la abuela Sarmiento seguía estornudando.
-He vuelto -gritó Palitroque-. He hecho toda la compra.
La abuela Sarmiento miró la carretilla por encima de su enorme nariz roja y su gran pañuelo blanco.
- ¿Algo no está bien, abuela?
-Desde luego -chilló ella-. ¿Qué es todo esto? Una jarra de pan, un saco de mantequilla, dos cestas de leche...