El escondite de Cristina
Hoy es el primer día de colegio y Cristina está muy emocionada.
Lo tiene todo a punto: el uniforme, la cartera, el almuerzo...
¡Sólo le falta vestirse y ya estará a punto de ponerse en marcha!
Como tiene el pelo muy, muy rizado, sólo la peinan los días que cota lavarse el pelo. Después se le hacen esos rizos tan pequeños y cerrados, y por allí ¡no hay forma de pasar el peine!
Con la cartera al hombro y el uniforme puesto, Cristina entra en clase y...
- ¡Ey! ¡Eres una escarola! La primera bromita sobre su pelo no ha tardado mucho. Se la ha hecho un niño con la cara llena de pecas, que a Cristina le recuerda un plato de arroz. Pero sólo le mira y no le dice nada. Enseguida éntra la maestra y los hace sentar a todos.
A Cristina le toca la misma mesa que al niño pecoso, que está muy orgulloso con el estuche que lleva: lápices de todos los colores, gomas, sacapuntas... ¡No le falta nada! Están un buen rato dibujando hasta que, a la hora de terminar...
Hoy es el primer día de colegio y Cristina está muy emocionada.
Lo tiene todo a punto: el uniforme, la cartera, el almuerzo...
¡Sólo le falta vestirse y ya estará a punto de ponerse en marcha!
Como tiene el pelo muy, muy rizado, sólo la peinan los días que cota lavarse el pelo. Después se le hacen esos rizos tan pequeños y cerrados, y por allí ¡no hay forma de pasar el peine!
Con la cartera al hombro y el uniforme puesto, Cristina entra en clase y...
- ¡Ey! ¡Eres una escarola! La primera bromita sobre su pelo no ha tardado mucho. Se la ha hecho un niño con la cara llena de pecas, que a Cristina le recuerda un plato de arroz. Pero sólo le mira y no le dice nada. Enseguida éntra la maestra y los hace sentar a todos.
A Cristina le toca la misma mesa que al niño pecoso, que está muy orgulloso con el estuche que lleva: lápices de todos los colores, gomas, sacapuntas... ¡No le falta nada! Están un buen rato dibujando hasta que, a la hora de terminar...